Un día antes de “emigrar” a nuestros “campos de veraneo” en la playa (hacia el 18 de junio), estuvo lloviendo en Zaragoza. Al atardecer, cuando ya había despejado la lluvia, podían verse algún macho y numerosas jóvenes reinas de Lasius vagabundeando por el suelo en busca de cobijo y un lugar para fundar una nueva colonia. Muchas no sobrevivieron a los depredadores y oportunistas: Pájaros e incluso algún gato callejero que ha querido complementar su magra dieta con este "maná" repentino y caído del cielo (…¡Nunca mejor dicho!).
Tampoco otras especies de
hormigas (Tapinoma, Pheidole, Aphaenogaster, Temnothorax e incluso las mismas Lasius) han querido desaprovechar este recurso y así algunas jóvenes reinas,
bien aquellas que fueron pisadas y aplastadas por los peatones o simplemente reducidas
y atrapadas por obreras de algún que otro hormiguero, han perecido sin
perpetuar los genes de su colonia.
Efectivamente, no puedo
evitar meditar al contemplar como una joven reina de Lasius (quizás Lasius grandis Forel, 1909) aún viva, es
descuartizada por las obreras de una colonia de Pheidole pallidula (Nylander, 1849). Ella fue alimentada, cuidada y mimada
durante meses por sus hermanas en el interior de su nido de origen, ella atesoraba en su interior el acervo genético de su colonia… Para terminar así, tan
bruscamente y a las pocas horas de haber echado a volar.
A primera vista podría
parecer un derroche de energía y por tanto un despropósito en la dura lucha
por la supervivencia, pero gracias a esta joven reina, quizás otra hermana haya podido
salvarse y conseguir fundar una nueva colonia que perpetúe sus ancestrales
genes... Pues al fin y al cabo, de eso se
trata ¿no?