La haplodiploidía es una forma de partenogénesis, propia sobre todo de insectos himenópteros. Resumiendo mucho, la cuestión es que todas las hembras tienen una dotación doble de cromosomas (diploides) y los machos solo una (haploides). Además las hembras fértiles de este grupo son capaces de elegir si sus huevos serán fecundados o no con el esperma del macho que guardan en una cavidad especial (espermateca), recordemos que por ejemplo las hormigas se aparean una sola vez, guardando las hembras fértiles (reinas) el esperma del macho durante el resto de su vida. La hembra tiene la facultad de decidir si sus huevos serán fertilizados con el esperma del macho (su descendencia heredará dos dotaciones cromosómicas), dando entonces lugar al nacimiento de un 100% de hembras (obreras o futuras reinas). En cambio, si no interviene dicho esperma, entonces su descendencia solo tendrá una dotación cromosómica por lo que dará lugar exclusivamente a machos (arrenotoquia) que siempre son fértiles.
Esto que a priori nos parece extraño, tiene varias connotaciones. Hay investigadores que piensan que la haplodiploidía dio lugar a los insectos sociales o mejor dicho, “eusociales” (*). De nuevo resumiendo mucho y atendiendo al esquema anterior, podemos establecer lo siguiente: Las hembras (tanto obreras como reinas) comparten con su madre el 50% de su dotación cromosómica y el 100% con la de su padre pero, y esto es lo más importante, el ¡75 % con sus hermanas! Por lo que desde un punto de vista genético (y egoísta), es más interesante para las hormigas obreras criar a una hermana que a una hipotética hija, siendo por ello lógico permanecer estériles… Quizás este fue el punto de partida para que los himenópteros evolucionasen en forma de insectos sociales y además explicaría en parte ese “altruismo” de las hormigas obreras para quienes prima la colonia sobre el individuo y al que al hombre de siempre ha extrañado… y diferenciado.
(*): “Eusocialidad” fue comentada en otra entrada de este Blog.