"Porque al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene, aun
aquello que tiene, le será quitado". Mateo [13,12].
Esta cita de la Biblia conmueve,
impresiona que un texto cristiano exprese sin rodeos ni equívocos, que un
hombre pobre terminará indefectiblemente aún peor (en este mundo). En el capítulo 25, versículo
29 del mismo Evangelio de San Mateo se da una repetición casi exacta de la cita
anterior; también San Marcos [4,25] y San Lucas [8,18 y 19,26] repiten en
parecidos términos.
Mucho tiempo después, quien
propuso el llamado "Efecto Mateo" por primera vez (que yo sepa) al
campo de la Sociología aplicada a la Ciencia, fue el autor norteamericano
Robert K. Merton en un artículo muy conocido publicado en 1968 en relación con
la recompensa en la Ciencia (*).
El “Efecto Mateo”, se aplica
hoy día a numerosos ámbitos de la sociedad actual: Información, Política, Tecnología,
Economía, Educación, Finanzas... ¡Guerras! Sobre todo si lo aplicamos a “Grupos”
más que a “Unidades” podremos advertir su verdadero potencial: Se establece entonces
que cuando dos Sistemas interactúan, la
información aumenta relativamente más en el que ya era más complejo, éste
parece alimentarse del más simple y puede asimilarlo o terminar devorándolo.
Así, el subsistema más complejo mantiene durante
el proceso el control del sistema entero, hace mejor uso de la información, la
asimila y la conserva mejor y la multiplica relativamente más (**).
Ramón Margalef (1919-2004),
catedrático de la Universidad de Barcelona, adaptó la “Teoría de la
Información” (Shannon y Warren de
finales de los 40’)
al campo de la Ecología (mediados de los 50’). Con el tiempo fue perfeccionando y
aglutinando más y más modelos matemáticos para una misma población en estudio, resultando
entre otros lo que hoy día se denomina “Principio de San Mateo aplicado a la
Ecología”.
Para ilustrar con un ejemplo
de “primera mano”, a una escala muy pequeña y sin intención de restar categoría
o importancia a esta gran contribución para la Ciencia, os comento una pequeña
muestra: Llevo siguiendo desde hace casi tres años una serie de colonias de Messor barbarus (Linnaeus, 1767) en un
solar sin construir cerca de mi domicilio. Aprovechando que está muy bien demarcado
por varios equipos de topografía que allí hacen prácticas, cada pocas semanas
dibujo un croquis de los diferentes nidos que esta especie ocupa en este lugar, constatando fácilmente la variación que se ha producido durante todo este
tiempo, tanto en el número de nidos como el la dirección de sus pistas de
forrajeo. Me he dado cuenta de que después de este período, los
nidos supervivientes son cada vez más grandes además de la ya práctica inexistencia
de los más pequeños o jóvenes que no consiguieron superar el siguiente invierno
después de su fundación: Las colonias más recientes o más pequeñas en número de
integrantes son eliminadas bien por batallas por el control del territorio o por
competencia por los recursos alimenticios existentes, Las colonias más grandes
triunfan invariablemente en esta lucha por la supervivencia.
Quizás no es algo muy
diferente a lo que ocurre en el género humano, ¿Pero acaso no somos ambos animales sociales?
En las imágenes anteriores,
colección completa de cromos Liebig, en francés, sobre "el mundo de las hormigas" (1932).
Notas y Enlaces:
(*): Merton, Robert K. (1968). The Matthew Effect in
Science. Science 159 (3810), 56–63.
(**): Adaptado de: Josep Peñuelas Reixach (1988). De la
biosfera a la antroposfera: Una introducción a la Ecología, 287 pgs. Ed.
Barcanova.
Para ampliar un poco
más: “El concepto de información en la
ecología margalefiana” por el Dr. Jordi Flos Bassols (Departament d’Ecologia.
Universitat de Barcelona):
Listado de las publicaciones
del Profesor Ramón Margalef: