jueves, 26 de abril de 2012

Ya hace algunos años… Primeros hormigueros artificiales (3/4): Sobrino vs hormiguero de Pheidole pallidula.


Continuando con la serie de “primeros hormigueros artificiales” he encontrado esta entrada que no “vio la luz” en su momento. Esta entrada fue redactada hacia junio de 2010:

“…Pues la otra mañana, paseando con mi sobrino (esas “supuestas” ventajas de tener tiempo libre…) de apenas 5 primaveras, entramos en una tienda de las de “todo a cien”. El “interfecto”, o sea, mi pariente consanguíneo mucho más joven que yo, se quedó mirándome con ojos de cervatillo al tiempo que señalaba -como quien no quiere la cosa- un pequeño juguete. Como los cargos de conciencia (los míos, claro) juegan a veces malas pasadas, accedí con un gesto magnánimo y le terminé comprando el dichoso juguete.

Como era de esperar, a los pocos metros de la salida del comercio, el crío se olvidó por completo del regalo y tuve que cargar con éste mientras nos dirigíamos a casa a comer; eso sí, rogando para mis adentros por la rápida vuelta (intacta) de la “mamá de Bambi”.

Por el camino me fui fijando un poco mejor en el chisme en cuestión, un conjunto denominado como de “joven explorador” aunque yo apuntaría más bien de “consumado expoliador de la naturaleza”, compuesto eso sí, de todo un arsenal de supuestos útiles al efecto como pinzas, lupa, brújula… Cuando de pronto -las malas pasadas que juega el subconsciente abstracto- vi en uno de estos accesorios incluidos (una pretendida “cesta múltiple para recogida de muestras”) y de una manera perfectamente clara además, un nuevo hormiguero artificial para pequeñas especies de hormigas.

Huelga decir, que en cuanto el infante de corta edad percibió mi repentino interés por el aparatejo en cuestión, empezó, por arte de magia, a aumentar de la misma manera el suyo por el poco antes casi olvidado cachivache. Tras una corta “negociación” que desembocó, -acaso lo dudaban ustedes-, en un desembolso pecuniario al menos cuadriplicado por mi parte (“este niño llegará lejos”, pero por Dios, no se lo digan a su madre…), pude al fin hacerme “en propiedad” con el chisme en cuestión.

Describo aquí el resultado: Se trata de 5 compartimientos de plástico transparente cada uno con su tapa independiente y reunidos entorno a un sexto recipiente que lógicamente destinaré a la provisión de agua. Unos pequeños agujeros hechos con ayuda de la socorrida “Dremmel” (pequeño taladro) para conectar los diferentes departamentos “¡Et, voilà! ”… Un estupendo hormiguero “aéreo” (irá suspendido del techo) para mi colonia #11 de Pheidole pallidula, una colonia fundada durante el año pasado cuya población ha “explotado” con la primavera y que ya empezaba a estar un poco “apretada” en su tubo de ensayo original”…


Pheidole pallidula (Nylander, 1849) es una pequeña hormiga mirmicina cuyos tamaños oscilan de 1.5 a 3mm las obreras, hasta 5mm los soldados (por tanto fuertemente polimórficas) y 7-9mm las reinas. Son igualmente variables en la coloración, que puede varia desde el color marrón claro al rojo fuerte. Son características las mandíbulas muy oscuras en los soldados. Es propia del sur de Europa (clima con influencia mediterránea) y omnívora (come sobre todo insectos) no desperdiciando frutos ni semillas. Suelen hallarse debajo de las piedras y raíces de plantas en terrenos parcialmente arenosos.

Aunque yo nunca he observado más de una reina por nido,  algunos observadores reportan casos de poliginia que parecen abundar según lugares. Los vuelos nupciales en la Península Ibérica se dan desde finales de la primavera hasta principios de otoño, es característica de esta especie la rapidez con la que emergen las primeras obreras (nurses), apenas en un mes.


 En cautividad son hormigas fáciles de mantener, muy prolíficas y especialmente hábiles para escapar. A mí me ha ido bien la marcha de mi colonia con una humedad baja o media y además hay que prestar especial atención a que no les falte la comida, pues en tal caso, rápidamente empiezan a consumir por este orden: huevos, larvas y soldados.