Son
sus hormigueros, a parte -en este caso concreto- de la diferencia de edad de
ambas colonias, muy diferentes: La entrada del hormiguero de Messor barbarus es bastante evidente,
grandes bocas cercanas a zonas de deshechos (vertederos) atestados de restos
vegetales. En cambio, en este caso, la colonia de Messor capitatus, solo tenía una boca, parcialmente camuflada por
ramitas y herbáceas.
Por
la mañana, las exploradoras de Messor
barbarus alertaron de la cercana presencia de esta colonia de Messor capitatus, casi inmediatamente,
se replegaron y al poco empezaron a salir de su hormiguero las grandes obreras
“majors” o como otros las llaman “soldados” con su característica cabezota
cuadrada y roja. Al poco, se encaminaron hacia la colonia de Messor capitatus guiadas solo por un par
de obreras exploradoras y en sus inmediaciones empezaron las escaramuzas con
algunas obreras de Messor capitatus
aisladas. Las peleas son muy rápidas con un característico estilo de Messor barbarus de alzarse inicialmente
sobre sus patas traseras y luego echarse adelante de forma rápida a la vez que
cierran sus mandíbulas, que desde el “punto de vista” de una hormiga debe de
ser, cuanto menos, escalofriante.
Rápidamente
algunas obreras de Messor capitatus
volvieron al nido alertando a su vez al resto de la comunidad. No tardaron en
salir algunos cientos de obreras dispuestas a defender su colonia a costa incluso
de morir en el intento.
Es
de destacar que mientras todas las atacantes de Messor barbarus eran “majors”, en la defensa de la colonia de Messor capitatus participaban tanto majors como minors. Estos
últimos, desde mi punto de vista, parecían más fieros y apenas rehuían ningún
contacto con sus enemigas, incluso en una ocasión, pude observar como
intentaban entre 8 obreras –algunas de ellas fuertemente mutiladas- detener e
inmovilizar a una gran major de Messor
barbarus.
Finalmente
la pelea se decantó por el lado de Messor
barbarus, éstas se concentraron alrededor de la boca del nido sitiado y
empezaron a arrojar arena y piedrecillas, que las sitiadas aprovecharon para
cerrar su única salida al exterior. No obstante una multitud de cadáveres de
ambas especies jalonaba el camino entre las dos colonias. Al cabo de unas horas,
algunas “avispadas” Aphaenogaster senilis
Mayr, 1853 y Cataglyphis iberica (Emery, 1906) habían recogido los cadáveres para servir de
alimento a sus propias colonias.
Es importante entender el porqué de las luchas por el territorio. Obviamente en este caso es un problema trófico (de alimento), al ser ambas especies muy parecidas en sus requerimientos alimenticios (fundamentalmente granívoras) no se pueden permitir ambas especies la coexistencia, tarde o temprano una de ellas consumiría los recursos disponibles a mayor velocidad que la otra, dejándola en inferioridad de condiciones para afrontar la supervivencia... Es poco más o menos lo que ocurre con la especie humana.