domingo, 6 de marzo de 2011

“El Abominable Misterio” de Darwin.

En una carta a un amigo, Charles Darwin, escribe sobre lo que él denominó “el abominable misterio”, se refería en aquel momento a la gran diversificación –explosiva diversificación- en la que las plantas angiospermas (*) se diversificaron rápidamente, como si hubiesen aparecido con toda su complejidad de golpe y por todo el planeta justo a principios del período cretácico (hace unos 145 millones de años). Una de las teorías, quizás la más aceptada hoy día, es que las angiospermas coevolucionaron junto a los insectos polinizadores en esa época. Las ventajas adaptativas que obtuvieron estas plantas de la polinización por los insectos se pueden resumir en la posibilidad de intercambio genético entre individuos muy lejanos y en poblaciones incluso muy pequeñas. Como ya dijimos en una anterior entrada, las plantas obtienen el beneficio del transporte seguro de su polen y a cambio, los insectos reciben una recompensa alimenticia en forma de néctar. 

 Recordemos que los insectos himenópteros aparecieron precisamente en este período y que junto a los dípteros (moscas) y lepidópteros (mariposas) son los principales agentes polinizadores. Hoy en día, el 90% de las especies vegetales pertenecen a las angiospermas con aproximadamente 250.000 especies descritas para la Ciencia. Recordemos que los primeros himenópteros eran avispas y que de ellas surgieron las abejas (hace aproximadamente 100 millones de años) y las hormigas (hace 110-130 millones de años), por lo que se puede vislumbrar la coincidencia de la aparición y éxito parejo de estos vegetales junto a la de los insectos himenópteros.

(*) Así se denominaban antiguamente a las plantas con flor. Hoy en día “angiosperma” carece de valor taxonómico, pero nos sirve muy bien para distinguir el tipo de vegetales al que nos referimos.

  

En la imagen adjunta, un grabado de Andrew Bell fechado hacia 1773.