miércoles, 13 de abril de 2011

Sobre los “nombres científicos”; unas normas básicas.


Observo en los correos que me mandan algunos lectores de este blog, ciertos errores frecuentes en aficionados e interesados por el mundo de la mirmecología y la biología en general. Como nadie “nace enseñado”, quiero despejar y apuntar algunas normas importantes que existen al respecto de los llamados “nombres científicos”.

Los nombres científicos se crearon para designar a un mismo organismo en todo el mundo independientemente de los nombres vulgares o vernáculos que en cada localidad se pudieran dar a ese u otro organismo semejante. Pensad que un nombre común, por ejemplo “hormiga roja”, puede referirse superficialmente igual a una Formica rufa en Alemania que a una Solenopsis invicta en EEUU. Para evitar confusiones, identificar, diferenciar y sobre todo, designar correctamente a los organismos, se crearon los “nombres científicos”.


Los nombres científicos de organismos vivos o extintos se adscriben a lo que se llama la nomenclatura binomial fundada por Linneo en el siglo XVIII. Se llama “binomial” por que tienen dos partes: la primera corresponde al nombre genérico (= nombre de “Género”) y la segunda al nombre específico (= nombre de “Espacie”). Quizás lo veamos más claro en este ejemplo: Messor timidus, donde “Messor” es el nombre genérico y “timidus” el específico. Obsérvese además, y esto es muy importante, que el primero se escribe siempre con su letra inicial en mayúscula y el segundo en minúscula.


Cuando se escribe en un trabajo sobre una o varias especies, han de escribirse sus nombres de forma que resalten del texto, bien en letra tipo cursiva o bien subrayado (o de ambas formas). Las abreviaturas en el nombre del género, por ejemplo cuando se repite muchas veces el mismo nombre científico en un mismo texto, no son obligatorias (y en mi opinión tampoco aconsejables) pero si se eligiera esta fórmula, al menos ha de escribirse el nombre completo (sin abreviatura) una vez antes de seguir con las abreviaturas. Ejemplo: M. timidus


A menudo (y es una buena norma) se acompaña al nombre científico, el del autor y el año de su descripción original impresa separado por una coma; por ejemplo: Messor timidus Espadaler, 1997. Esto debiera ser así
al menos la primera vez que un mismo nombre científico es citado en un determinado trabajo. A este respecto, podemos observar que a veces, el autor y la fecha se escriben entre paréntesis: esto significa que el emplazamiento original, normalmente el nombre genérico, que el autor asignó en la descripción publicada originalmente ha cambiado, generalmente por posteriores estudios taxonómicos; ejemplo: Messor structor (Latreille, 1798)... ya que el entomólogo Pierre André Latreille designó originalmente esta especie como “Formica structor” cambiando y reasignándose ya con posterioridad, a su género actual (Messor).

Hay muchísimas más normas (y mucho más complicadas) sobre nomenclatura taxonómica; por ejemplo, cuando codescribí para la Ciencia una nueva especie de vertebrado, un pez llamado - Aphanius saourensis Blanco, Hrebk & Doadrio, 2006 (*) – había, creo recordar, más de 600, pero en mi opinión, eso son ya cuestiones para “profesionales” de la materia, no es para nada obligatorio, y pienso que tan poco nada aconsejable, dominarlas todas al nivel en el que nos encontramos leyendo este modesto blog.


(*) Puede verse aquí como ejemplo de descripción original de una espacie animal:


Blanco, Hrbek & Doadrio. 2006. A new species of the genus Aphanius (Nardo, 1832) (Actinopterygii, Cyprinodontidae) from Algeria. Zootaxa 1158: 39–53 (2006).

Enlace para su descarga gratuita:

Aphanius saourensis, Blanco, Hrbek & Doadrio, 2006 (n. spec.)



En la imagen que acompaña este texto, contraportada de “Sistema Naturae” de C. Linneo, donde se fundamenta la nomenclatura binomial o como vulgarmente se la denomina: “nombre científico”.